Todo lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará en nuestras vidas, somos nosotros quienes lo permitimos, decidimos y elegimos. A veces permitimos que entren en nuestra vida cosas que no están de acuerdo con la voluntad de Dios, tomamos ciertas decisiones que nos alejan de Dios, de sus caminos y de su palabra y elegimos caminos donde en el fondo sabemos que Dios no está.
Todo lo que permitamos en nuestra vida, lo decidiremos y todo lo que decidamos lo elegiremos. La Biblia en Deuteronomio 30:19 dice: “Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes”.
A veces culpamos o le preguntamos a Dios por qué ciertas cosas nos pasan a nosotros o en nuestras vidas, pero no es culpa de Dios, es nuestra, porque además de que tenemos libre albedrío para hacer lo que queramos en nuestras vidas, Dios nos da dos caminos para elegir “Vida y Muerte” y también nos aconseja y exhorta a elegir la vida sin importar las circunstancias porque él sabe y sabrá siempre lo que es mejor para nosotros.
Todo nos es lícito, mas no todo nos conviene, porque un PERMISO, un día se va a volver una DECISIÓN y luego una ELECCIÓN, que cuando nos miremos a nosotros mismos, ya estaremos tan lejos de Dios que pensamos que no hay solución para nosotros, si es Muerte, y si es Vida, le daremos gracias a Dios, pero por la gracia y misericordia de Dios, sin importar cualquier elección que hagamos, Dios siempre estará ahí para nosotros con los brazos abiertos para recibirnos, siempre podremos ser hijos pródigos (Lucas 15: 11-32) y regresar a casa con Nuestro Padre después de un permiso, decisión y elección errada que nos llevó a estar lejos de Dios, o seremos una Ana (1 Samuel 1:26) que fue al templo a agradecer y adorar a Dios cuando permitió, decidió y eligió en el pasado mirar para Jesús y confiar EN ÉL, por guardarnos en todo momento y darnos la sabiduría que nos llevó a permitir, decidir y elegir la vida en este mundo que yace del maligno.